crispada por no hablar,
tus manos de paja
monstruo raro y solitario.
Mi piel mariposa que choca con tu ropa,
mi lengua vulgar que no entra en tu acero.
Mi coche en mitad de la calle te espera, a escondidas, bajo la luz de la farola.
Nos escondemos de los raros.
Lo normal para ti y para mí, es que tus manos ásperas
corten la piel de mis piernas.
Aceleramos a través de la calle
con la incertidumbre del mañana.
Amanece con campos de amapolas
entre botellas de champán.
Con zapatillas pisas mi ropa interior
y miras mi piel mariposa con dibujos en mis alas.
Furtivo te vas, y yo te volveré a esperar a media noche en mitad de la calle
con mi coche, refugio de tus pantalones.
Que yo soy la única mariposa que roza tu tripa.
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